Partamos de una base común para todos: cada uno carga a su espalda un peso. Así, no conoce uno el peso del prójimo y, hasta uno, a veces, no consigue conocer del todo el suyo. Lo único que esto demuestra es que uno debe mirar por lo suyo y, aún ocupándose bien de sus asuntos, siempre habrá parte del peso que no consiga ver. Es decir, ¿siempre habrá algo fuera de nuestro control?
Sí. En cierta medida, siempre. Pero eso, la afirmación de un mundo impasivo hacia nuestras emociones, la de un girar infinito que sucede y enfrenta realidades, no debe significar la pérdida de la reflexión para identificar nuestro peso. Saber de donde vienen nuestras cargas es lo que hace que las resolvamos, o, no menos meritorio, que las afrontemos.
Pero claro, esta reflexión no debe ser sinónimo de quietismo. Jamás. Es más, debe conjugarse con el movimiento, con vivir, con el estar presente. El diálogo interno nunca termina, entonces, se le nutre de más emociones, se le dota de herramientas útiles para salir adelante. La nostalgia sea quizá de lo más bonito que pueda sentir uno y a la vez de lo más destructivo. Ser consciente de la poligamia de nuestras emociones es algo valiosísimo a tener en cuenta.
Y así, poco a poco, y sin hacer mucho ruido, cada uno va lidiando con lo suyo. Algunos hábiles lidian bien, otros frágiles tan sólo lidian.
En línea a esto. Me asombra la res masculina del - Qué tal vas? Todo bien - Y ya. No más. Acto seguido, se pasa a un tema que nada tiene que ver con ninguno pero del que ambos saben. Esa falsa seguridad que sienten al compartir ese interés es vital para que de forma efectiva carguen su peso y sigan adelante. Así fue forjada la hombría de nuestros abuelos, a base de café y tabaco negro. Una suerte de abstracción. No defiendo este comportamiento, pero le reconozco provecho pues, como todos, lo practico. Sin embargo, pienso guarda más atractivo lo sensible.
No sé que vendría antes, si la reflexión o la sensibilidad. Diría quizás que es a través de una que se llega a la otra, y supongo también que cada uno puede navegar este binomio como estime para encontrar su equilibrio.
- El Plano Picado
Abrimos una nueva sección aquí en La Bitácora, Plano Picado. No prometo su featuring semanal pero sí estará de vez en vez. Si ya te ha parecido suficiente aquí ya puedes parar de leer.
El Plano Picado será un espacio en el que dé salida a los pensamientos intrusivos que despierta en mí el cine. Aquí hablaré de los filmes vistos últimamente. De igual manera, lo utilizaré para comentar lo que me venga en gana sobre la actualidad internacional de todas índoles. Promete.
Irreversible (2002): la portada de esta semana. Vincent Cassel y Monica Belluci. Orden cronológico inverso que empieza con la tragedia y acaba con la historia de amor. Hace que te quieras quedar con lo último a pesar de no ser lo último. Dura de ver y muy real.
A Real Pain (2024): moving. De esas películas por las que vas al cine. Sencilla, sobria, bonita, cercana, bien escrita y dirigida, graciosa y conmovedora. No es una película que siga el rumbo que lleva el cine de hoy, es fácil de ver y llena de significado. Todos conocemos a alguien como estos dos que comen una sopa polaca debajo.
In other news, el Australian Open 2025. Acabo de ver este partido que prometía mucho pero al final ha quedado en lo esperado. Me alegro igual por Paula volviendo al sitio donde tiene que estar, tiene nivel de sobra para ganar un Grande, veremos como lo gestiona. Pero claro, hoy para ganar un Grande tienes que ganarle a Saby y hoy simplemente no ha podido. En este partido me habría encantado ponerme de red.
Nueva conversación desbloquerada: La dicotomía sensiblidad-reflexión.
Esperando el siguientee!!!
Gracias Jaime por aportar un toque de cordura a esta caótica semana.